Una noche tediosa.
El estaba sentado frente a la computadora, no hallaba algo mejor que hacer, todavía tenia un remanente de alcohol en su cuerpo que no le permitía seguir en la fiesta que ya llevaba tres días en la parte baja del edificio, había intentado leer un libro de Dostoievski sin lograr entender mas allá de la primer pagina de unas “Noches blancas”, o acaso será que la entendía perfectamente cuando leyó: Me pareció de pronto que a mi, hombre solitario, me abandonaba todo el mundo, que todos me rehuían. Sí, eso era, por lo mismo no lo siguió leyendo y trato entonces de encontrar algún consuelo en el sillón del jardín, en ese lugar las cosas suelen ser hermosas cuando se trata de contemplación o de platicar con alguien a su lado, ni siquiera eso, la fiesta a cada copa que se vertía en gargantas que parecían no tener fondo iba perdiendo encanto para el; la compañía en ese momento se limitaba a un enjambre de mosquitos que no dejaban de acosarlo a pesar de las bocanadas de humo de tabaco que llevaban propósitos asesinos, siempre es mas efectivo un insecticida o un matamoscas. Ese equilibrio natural tiene su precio y creyó que lo mejor era estar en una habitación cerrada, el monitor encendía su cara y las indicaciones de un analgésico de fresa prometían curarle del mal sueño. Se dice que el universo conspira y que algunas veces logra infiltrar pensamientos errantes que el viento pasea de un lado a otro tratando de encallar en alguna cabeza distraída, esta vez, le toco a el.
Salio disparado hacia la calle, anduvo por la avenida empedrada hasta el portón resguardado por dos gendarmes, pasó de largo sin brindarles el saludo habitual, ellos no se extrañaron, bastante tenía con la jauría de perros que se metió en la colonia dispersándose por ningún lado. A pesar de haber caminado en repetidas ocasiones por esas calles no supo hacia donde andar, el motivo que lo hizo salir parecía perderse, sintió miedo, estuvo a punto de volver sobre sus pasos cuando recordó que aun había suficiente gente y alcohol en el edificio, se dijo para si: el alcohol no es malo, lo pude ver el otro día en el espejo, se parecía mucho a mi, pero debo seguir. La etiqueta de loco le sentaba bien, olvido ponerse zapatos salio en sandalias, para esa hora era arriesgarse a deambular por las calles casi vacías, no importaba, los bares cierran hasta media madrugada, el servicio de taxis a pesar de su alto costo es efectivo, además, a quien le llamaría la atención una persona a medio vestir. La idea se consolidaba a conforme seguía avanzando, suspiro y se detuvo, a quien trataba de engañar? La luna suele ser inalcanzable, más sin embargo el mundo esta aquí, dio media vuelta, paso el punto de guardia y dio las buenas noches; estaba nuevamente en la habitación, descolgó el teléfono, marco y allí estaba ella. El mundo estaba de regreso.
En memoria de los que continuaron el viaje y aun no regresan.
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